Las armonías de H



«Poesía: caudal sonoro pleno de sugerencias», esa podría ser la mejor definición de lo que el afamado y escurridizo Luís Hernández Camarero entendía por poesía. Aunque no la única definición ciertamente, debido a que por debajo de ésta idea en que la musicalidad -ergo el sonido- cumplen un rol preponderante pueden subyacer algunos otros conceptos que de uno u otro modo nos remitirán al conocimiento profundo del arte literario, la experimentación y el juego con el lenguaje. Y no podría ser de otra manera, pues hay que mover muchísimas fuerzas a una misma vez para dar forma a aquella Vox horrísona que LH supo coronar en decenas de cuadernos escolares y otros materiales en donde plasmó cientos de versos y dibujos, los cuales siempre parecen apuntar a un mismo centro: la música. Una música que Hernández no sólo entendió en el sentido clásico de la palabra, sino la hizo suya en sus formas más extensas ya que sus profundos conocimientos científicos y artísticos así se los dictaban. De esta manera no es infrecuente hallar en la obra de Hernández, por ejemplo, «pentagramas espaciales»: aquella forma de graficar a la música de las estrellas que se usa en la astronomía desde las épocas de Pitágoras y Johannes Kepler. Asimismo hay cientos de referencias a composiciones, músicos y demás; tanto como gráficos en que los colores están dados desde el conocimiento de los rangos del espectro sonoro. ¿Y todo se debe a la música? Sí, a las armonías que H sabía observar.

En ese sentido no es gratuito pues enterarnos sobre ¿qué oía el poeta? O ¿cuáles fueron sus compositores preferidos?, aunque la lista pueda ser muy, pero muy larga. Melómano por naturaleza y músico por vocación [tocaba flauta, piano y clarinete], a lo largo de su vida LH acumuló una alucinante cultura musical. Y si bien los mitos rezan que «escuchaba estrictamente clásico», la realidad es que desde muy chico, por ejemplo, era amante del jazz tanto como más adelante lo fue rock en especial de grupos como The Beatles. Ciertamente el ancho de banda de los gustos musicales de Hernández es muy amplio. Tanto quizá que sea imposible reconstruir alguna vez una discoteca completa de todo lo que escuchara. Sin embargo, si bien aquella totalidad nos está vedada, no lo es acercarnos a parte lo que oyera y así conocer muchas melodías que Hernández mencionara a lo largo de su obra. Aquí las muestras.










Hernandez en revistas: 1966 -1976

Así como la obra de Luis Hernández circuló en libros de formato clásico y a través de sus famosos cuadernos y trazos ológrafos hechos en múltiples materiales; otros medios fueron las revistas a pesar de lo mucho que se ha hablado sobre su llamado silencio editorial tras la publicación de Las constelaciones en 1965. Silencio que a más de uno ha hecho teorizar, y por ello no es infrecuente hallar que se diga desacertadamente que tras este tercer poemario en 1965 se ingresa a un «limbo de diez años hasta la entrevista de Alex Zisman en Correo y la selección de poemas en la revista Auki».

Sin embargo lo cierto es que ese limbo jamás ha existido debido a que entre 1966 y 1976 se pueden hallar numerosos poemas que Hernández publicó en diversas revistas así como en algún diario; a saber las revistas fueron: Ciempiés, Collage, Haravec, Creación & Crítica, Girangora y Auki; los diarios La Prensa y La Crónica. La última publicación que LH hiciera de esta forma se produjo en 1976 cuando Cecilia Bustamante –ahora finada poetisa igual que Hernández– le publicó unos versos a autor de Vox horrísona en el suplemento Variedades, La Semana Cultural del diario limeño La Crónica. «Lucho se acercó un día a mi oficina y trascribimos los versos de sus cuadernos», ha contado Bustamante sobre dicha edición.

Larga es la tradición de publicaciones maravillosas que antes de aparecer en forma de libro han visto la luz primero en las páginas de un diario o una revista, y no por ello dejan de pertener a la bibliografía del autor. Así lo hicieron en su momento, por ejemplo, Anton Chejov y Fedor Dostoievski. O también James Joyce quien empezó a publicar el inmenso Ulises en la revista americana Little Review y, más tarde, en The Egoist. Hernández tomó una vía similar para publicar parte de su obra durante toda una década. A continuación la carátula del tercer número de la revistas Collage -medio que LH fundara con los hermanos Igor e Iván Larco, Nicolás Yerovi, Luis La Hoz y Carlos Cornejo – aparecida en 1969 en la ciudad de Lima.








Una impecable soledad: apuntes I


A lo largo de los años, para algunos Una impecable soledad ha sido un título ad doc para plantear cierta clase de interpretaciones sobre la obra –y hasta de la vida- de Luis Hernández, las cuales, por lo general, han girado sobre las bases del maldtismo; a saber: tristeza, desesperación, locura, depresión, escritura para exorcisar los demonios... entre otros clichés y arquetipos mítico-urbano nacidos de la fácil ecuación soledad = aislamiento-angustia existencial.

Sin embargo, vale decir, que nada es así de simplón en el universo planteado por Luis Hernández. De un lado, porque para entender algunas coordenadas de un extenso título como Una impecable soledad, es muy útil conocer que si a un tipo de soledad se refieren allí es a ésta: la solitud o soledad elegida, deseada la cual es la soledad creadora y de los creadores. O si desea la que todo ser humano hace uso, por ejemplo, al oír su música favorita, al leer plácidamente en un rincón o al apartarse del resto de personas y buscar un espacio para concentrarse y desarrollar sus anhelos más secretos. Ahí pues que Hernández escribiera en múltiples sectores de dicho título sobre la: «soledad que no mata, la soledad que no aísla, la soledad que no entristece, la pequeña música nocturna». De otro lado, es también relevante acercar al lector informaciones producto de la investigación y no de la mera especulación respecto a las intenciones que pudo tener Hernández al ejecutar algunos trazos. Mas tratándose de un título tan comentado –y hasta manoseado- como Una impecable soledad del cual podemos hallar equívocos y sencionalistas elucubraciones como las planteadas en las siguientes líneas:

Preguntémonos por qué la dedicatoria (“A Juan Ojeda / a quien no conocí”) tendría relación no sólo con la poética del autor de Elogio de los navegantes, sino con una circunstancia funesta: la muerte del poeta. Se ha dicho que se trató de un accidente (atropellado por un automóvil), pero sabemos que las muertes no aclaradas del todo esconden sus detalles. Y sus simetrías, teniendo en cuenta la forma en que suicidó Hernández en Santos Lugares (Buenos Aires), arrojándose a la vía férrea.

Ojeda muere en 1975 y el cuaderno de Hernández “empieza” en 1975. Una de las líneas interpretativas de Una impecable soledad (no estrictamente literaria) consistiría en la resonancia de esa muerte en Hernández, quien a su vez baraja ya una posible despedida.



*

Según informaciones obtenidas entre los años 2004 y 2006 de personas amigas de Luis Hernández y que jamás habían sido entrevistadas antes, la dedicatoria a Juan Ojeda tiene más de anecdótico y risueño que de tristeza y muerte. La historia empezó a ocurrir antes de 1975, y los hechos se produjeron así:

«Era un grupo grande los que nos juntábamos. Era como si fuéramos varias tribus de distintas partes de la ciudad que habían hecho amistad e intercambiaban experiencias», dice Omar Aramayo, quien, sin ser un Gran Jefe, tenía el poder de congregar en su casa a pintores poetas, músicos y actores. Hasta allí algunas noches llegaba el filosófico Juan Ojeda, ese otro navegante en la poesía del Perú.

—Juan Ojeda veía a reunirse con nosotros tanto como lo hacía Lucho —cuenta Omar Aramayo—, pero siempre en horarios distintos. Entonces los amigos decían cómo estos dos grandes no pueden estar juntos alguna vez, pues a Juan nosotros le contábamos de Hernández y viceversa. Ambos parecían interesados en conocerse. Organizamos una reunión, pero el día de la cita uno de ellos se retrasó y no pudieron verse.

Aramayo intentó reunir otras veces más a Juan Ojeda y a Luis Hernández, pero cada vez que le decían a LH: «Hoy va a venir Ojeda, quédate por aquí», Ojeda tenía algún contratiempo y no llegaba. Y, nuevamente, cuando Ojeda estaba en casa de Aramayo esperando a Hernández, LH no aparecía o llegaba tarde. Los filosóficos vates que admiraban «le durè» jamás lograron encontrarse ni a llevar a cabo su ansiada conversación. Esto, años luego, motivó la famosa dedicatoria de LH: «a Juan Ojeda, a quien no conocí».


De las páginas de La armonía de H, vida y poesía Luis Hernández Camarero.
Rafael Romero Tassara. Jaime Campodónico / Editor. 2008








Una impecable soledad: apuntes II


Así como toda colección de los trazos ológrafos de Luis Hernández siempre correrá el riesgo de perder el título de completo en cierto momento, toda edición impresa de algún título de Vox horrísona está sujeta a valorar la cantidad de manuscritos que están a la vista en el presente, como además a intentar no omitir partes del corpus ya ubicado. En ese sentido, la difícil labor del editor no solo se limitará a la mecánica trascripción de los trazos o a la risible restauración de puntos, comas y acentos; sino, sobre todo, a realizar una sugerente e imaginativa configuración de la obra al fijarla en una versión en letras molde. A continuación, la muestra de una sección de Una impecable soledad que se conocen desde la década de 1990, sin embargo, a la fecha todavía no ha sido ubicada en el conjunto.*











*Nota de compilador: durante investigaciones realizadas entre el 2004 y los primeros meses de 2007, también se halló otras partes del título Una impecable soledad. La primera es una libreta que contiene el libro cuarto o quinto de Roman. La segunda son unas hojas sueltas que siguirían al cuaderno John Keats Álvarez. La libreta se ha reproducido respetando las exactas medidas del original en la parte quinta -o gareta- de La armonía de H. Vida y poesía de Luis Hernández Camarero. Las hojas también se pueden ver en el mencionado libro. Por lo mostrado y dado que no existe ninguna edición fiel; urge entonces una idónea publicación de éste título tan comentado de la obra de LH.

Vox horrísona, apuntes sobre una edición


Según un documento entregado por Max Hernández Camarero, hermano mayor del poeta por cuatro años, el contrato de publicación de la segunda edición de Vox horrísona se firmó entre los albaceas y Ernesto Mora –en representación de Punto y Trama ediciones- el 1 de diciembre de 1983. En uno de los párrafos del acuerdo se indica: «el título de la obra será Vox horrísona, respetando la voluntad última de autor, y deberá presentar como carátula el mismo diseño que el autor hiciera para la primera edición de 1978», con lo cual quedó allanado el camino para la publicación del libro que, a la fecha, año 2008, aún puede considerarse como la mayor recopilación de poemas de Hernández que se pueda haber impreso alguna vez.

Aquí primero, una nota del diario El Comercio donde aparece el editor de la publicación junto a los cuadernos de LH que usó en esa ocasión. Luego la trascripción de la edición que en este Vox horrísona se hiciera de la entrevista que Alex Zisman realizara a LH en 1975 para el diario Correo. Ésta apareció el sábado 7 de junio en la p. 11 de dicho diario de circulación nacional[pues no fue el 5 de ese mes ni tampoco lo hizo en una revista argentina tal como hasta hoy en día muchos han creído y repetido].



[Nota del diario El Comercio, 1987]



***


La cultura en crisis: escritores*

Luis Hernández: el arte de la poesía

/Alex Zisman


¿Cuál es tu relación con el poema?

—No sé. No puedo explicar.

¿Pero, qué te motiva a escribir un poema?

—[Pausa larga]. Nada.

¿Y cómo aparece?

—Escribo.

¿Pero, por qué escribes?

—No sabría por qué, palabra, mentiría si te dijera que sé por qué. No sé.

¿Pero tienes necesidad de escribir?

—Necesidad no.

¿Pero gustas de escribir?

—Tampoco.

¿Y por qué lo haces?

—No sabría cómo explicarte.

¿Pero lo haces casi todo el tiempo?

—Casi siempre. [Pausa]. Diario.

Diario, ¿pero sin horas determinadas?

—Sin horas determinadas.

¿Ni que las horas determinen el tipo de las cosas que escribes?

—No, nada de eso. Sería terrible eso.

En tu poesía hay una referencia al mar y al sol como elementos que priman...

—Ah, ya, por no pensar otras palabras. Con eso basta. Es un material temático cromático. Nada más. O sea como siete colores, que son: el mar, el azul, el sol, el cielo, la neblina...

¿La neblina también?

—Claro. Esos los uso para hacer todos los poemas.

De vez en cuando ocurren unas variantes...

—Claro, muy pequeñas...

Cuando escribes, ¿no corriges?

—Nunca.

¿Tienes el poema antes de escribirlo o va brotando?

—Va brotando, justo así sale.

¿Siempre escribes con letra de imprenta?

—Sí. No, y a veces la otra.

¿No corresponden a diversos poemas?

—No. Corresponden más bien a demostrar que tengo dos letras. Es más o menos como... ¿tienes fósforos?

No.

—Tengo un truco con los fósforos más o menos como eso; o sea por fundir, diría.

¿Y los colores que usas para escribir?

—No. Es razón de encontrar. Ahorita no hay ni uno por acá; no puedo escribir.

¿Siempre tienes que escribir con plumón...?

—No.

...¿O con tinta mojada? ¿Por qué con tinta seca nunca?

—No sale bonita la letra.

¿Pero tú crees que la letra determina el poema?

—No, pero leerlo sí.

O sea que el poema es también una incorporación estética.

—No, sino que como no publico tienen que ser cuadernos claros. Si no los entienden no los van a leer.

¿Hasta tal punto crees que llega la tinta seca?

—Sí, es feísima.

Entre tus poemas, citas partituras musicales y a poetas extranjeros. A veces incorporas frases en francés, alemán o inglés. ¿Qué relación tiene ello con lo que escribes? ¿Crees por ejemplo que al escuchar una pieza musical ella determina la creación del poema?

—Esa es una buena respuesta. Podría ser, ah... Además que el inglés y el francés son muy bonitos.

¿Pero cómo te afecta la lectura de un poeta extranjero? Tú decías que el poema que me mostraste hace un rato era una especie de proyección kitsch que tú hacías de Mallarmé para homenajearlo en vista de que lo considerabas casi un amigo. O sea que te permitías...

—Caricaturizarlo.

Porque habías establecido un nexo con él, porque lo considerabas casi un amigo.

—Sí.

—¿Cómo influye en tus poemas la presencia de otros poetas? Digamos Celan...

—De Celan nada. Es el antípoda mío.

¿Por qué?

—Por un solo poema que me gustó:

Estoy solo

Guardo la flor en el vaso de ceniza

Hermana boca tú dices una palabra

Que sobrevive como yo he soñado

Ante las ventanas y

Silenciosa asciende...

No me acuerdo qué más es. Está traducido.

Tú lo has traducido. Pero también has traducido otros, varios poemas de él...

—Varios.

A partir de ese poema que era el único que te satisfacía.

—Sí. Además porque... no sé...

¿Y Mallarmé? ¿Crees que tienes un nexo con Mallarmé?

—Sí, porque tiene en medio unas lecciones de francés e inglés muy bonitas...

¿Mallarmé, lecciones de inglés?

—Sí, sí, y de francés. Se llaman Les mots anglaises. No me acuerdo cómo se llama el estudio. Es un ensayo sobre el idioma inglés, casi un manual de inglés. Él me enseñó inglés poético. Yo leía a Mallarmé y pude leer a Poe, a quien había traducido Mallarmé. Gracias a Mallarmé me hice muy amigo de él. C’est la forme. Y después hay una parte de Mallarmé que es muy explotable, que es la parte del fauno y del misterio. Por ejemplo:

Esas ninfas

yo me voy a recordar

[«Preludio al atardecer de un fauno», una cosa así].

—Mucha gente me ha dicho que Poe escribía en francés. Parece que escribía en francés porque las versiones de Mallarmé de la poesía de Poe son mejores que los poemas de Poe. Es lo más admisible que hay. O sea es un gran maestro de las lenguas Mallarmé, casi un profesor de idiomas.

¿Cómo haces para ordenar tus libros?

—No los ordeno.

Pero veo que tienes títulos de diferentes libros que conforman una gran entidad que todavía no has publicado.

—Ah, mis libros que yo he escrito. Ah, ya. Esos son: Vox horrísona, que incluye toda la obra. Toda la obra es: Voces íntimas, Al borde de la mar, El elefante asado, Cinco canciones rusas, La avenida del cloro eterno, El sol lila, Los cromáticos yates, El estanque moteado, La playa inexistente. Esos son.

¿Cómo haces para determinar cada uno de estos libros? Tú dices que no sabes cómo

escribes...

—No.

¿Cómo estableces cuándo has completado un libro?

—Lo bueno es que los libros están tramados uno sobre el otro. O sea en un cuaderno hay partes de El elefante... partes de El estanque... y así...

O sea que primero escribes y después decides a dónde corresponde cada poema.

—Claro.

Pero mientras los escribes no sabes a qué corresponden.

—No. De hecho ya se sabe. Ponte uno con bastante humo y esas cosas, pertenece a La avenida del cloro eterno. Uno un poco azul es Los cromáticos yates. Si se me ocurre un poema, por ejemplo, extraño, es El sol lila. O sea van por derecho propio. A La playa inexistente van aquellos poemas que ni yo entiendo. Y no tengo ni la menor idea de lo que quieran decir, pero me parecen lindos en la forma de las palabras. O sea son ejercicios, casi.

¿De esos libros, cuál es el que tiene más poemas?

—¿El que tiene más poemas?... Es El sol lila.

¿Y La playa inexistente?

La playa inexistente tiene pocos.

¿Qué clase de poemas lleva El estanque moteado?

—Lleva poemas de misterio. Es una novela de misterio... Allí salen las figuras del Inspector, del Gran-Jefe-Un-Lado-Del-Cielo, la otra gran figura, y hay una tercera figura. Son tres personajes que viven. El Inspector es un inspector. El otro, el Gran-Jefe-Un-Lado-Del-Cielo, soy yo, es lo más seguro. No sé, una vez lo pensé, y creo que soy yo. Es lo más probable. O sea comencé a comparar al Gran-Jefe-Un-Lado-Del-Cielo con diversas personas y más se parece a mí que a otras personas. Entonces me parece autobiográfico, el Gran-Jefe-Un-Lado-Del-Cielo que le gusta ir al cine, que le gustan los bares, el aserrín y nada más. ¡Qué pocas cosas de la vida, oye! A mí lo que más me gusta en la vida es el aserrín, los bares, el mar y las esquinas y nada más.

¿Y la medicina?

—No. Es lo que me ha impuesto la sociedad —si quieres una frase bien usada, ¿no?—. O sea, no es mi manera de ser auténtica. Mi manera de ser es estarme en una esquina ocho horas, o si no en un bar, no forzosamente tomando, sino incluso mirando o huyendo del periódico, que no lo leo por supuesto. Me hubiera gustado mucho —tengo algunas aspiraciones— y, por ejemplo, me hubiera gustado mucho... De nuevo caí en lo mismo, nada, nada en especial. O sea nada me entretiene en especial.

¿Y la música?

[Pausa larga]. Es muy bonita.

Pero tú dijiste que te apasionaba.

—Sí.

¿No te entretiene también en cierta manera?

—No. Me apasiona, no me entretiene.

¿Podrías vivir sin la música?

—Sí, sin cualquier cosa. Sin nada podría vivir yo.

¿Pero no te gusta la música como te gustan las esquinas?

—No. De hecho, la cosa, la respuesta —eso es lo único de médico que tengo— es vivir, o sea no importa lo demás. Hay una película japonesa —dicen que es una de las mejores del mundo —, se llama Vivir. Lo único que me gusta es el título. Es el título más hermoso que he leído en mi vida.

Dime, ¿y qué son Las cinco canciones rusas?

—Son los cinco momentos del jardín. Son cinco salidas al jardín, a los quince años, a los veinte años...

¿Y El elefante asado?

—Es una época de mi vida aburrida.

Pero tú dices que en estos libros no hay una época por la manera en que combinan en tus cuadernos. O sea que más que una época...

—Una epoquita, claro, cuatro horas, cinco.

¿Y por qué has establecido este orden en los libros?

Orilla y Charlie Melnik, estos no me gustan.

No te gustan pero han sido publicados y galardonados.

—Y tantas cosas más. Las constelaciones tampoco me gusta. Voces íntimas me encanta. Al borde de la mar es precioso.

¿Qué poemas tienes en Voces íntimas?

—Los primeros poemas,

Nervio del serrato,

Nervio del deltoides,

Nervio del angular,

Yo soy aquel que dobla solitariamente

en las esquinas.

Esa es la época de Voces íntimas.

¿Y Al borde de la mar?

Al borde de la mar es extraño, extraño, extravagante casi, pero tan lúcido que yo diría es la lucidez, es la coherencia. La coherencia es la palabra. Toda la gente tiene que ser coherente en todo y nadie es coherente. La gente no quiere ser coherente, se engaña siempre. Si fuera coherente sería otra cosa, y todo sería como La avenida del cloro eterno o como El sol lila, o como Los cromáticos yates sería todo el mundo.

¿Cuál es el poema más representativo de Al borde de la mar?

Hoy das al mar de Agua Dulce

el único relato

solamente que en la playa

es tu cuerpo vencido

un tiempo

un tiempo de amor

Tan silencioso soy

que si yo hablara

brotarían a la vez de la luz

brotarían a la vez de las claras vertientes

Lima, mayo de mil

novecientos setenta y cinco.

¿Recién lo has escrito?

—No. He vuelto a escribirlo.

¿Lo vas poniendo al día?

—No, sino que como —te digo— escribir no es una cosa que me gusta muchísimo, rescribo mucho.

Escribes poesía porque...

—Porque es lo único...

¿Lo único que?

—Lo único que contesta, que hace que se sufra menos.

Pero tu poesía la tienes inédita. En ese sentido, escribir poesía para los demás causa casi el mismo efecto que estar parado ocho horas en una esquina.

—Oh, no, no.

¿Por?

—Porque yo sé que no habiendo editado nunca los libros de poesía es mejor.

¿Por?

—No respondo.

¿Y entonces cómo crees que la poesía puede aliviar el sufrimiento digamos, si se mantiene inédita y no es asequible a nadie?

—Yo hablaba de la vida. No soy tan orgulloso de creer que cuatro estupideces alivien el sufrimiento de nadie. Ni cuatro tonterías que he escrito. No, eso sería una vanidad espantosa.

Pero tú decías que la poesía en sí...

—Yo decía la poesía pero estaba hablando de la vida.

Claro, pero lo que tú haces, tu vida, tu poesía, también forman parte de esa vida, de esa poesía.

—Uno hace con su vida lo que quiere y haga lo que uno haga, nunca hace nada. Porque hagas lo que hagas las cosas son como son. O sea que cualquier movimiento, cualquier cosa que escribas no es nada. Las cosas suceden igual, sin ti o contigo, escribas o no escribas, hables o no hables, eso es la gran verdad; nada más.

¿Dentro de ese contexto, qué rol juega La playa inexistente?

—Yo conozco mucho a los seres humanos, mucho, mucho. Mucho. Y a veces para no pegarles unas cuantas patadas, unos cuantos puñetes, y quizá cosas más graves, escribo unos cuantos poemas, me voy a La playa inexistente para que en cierta manera ellos no sean ofendidos físicamente. Esto sería una de las explicaciones de este poemario. Es bien gangsteril, lo sé, pero es la verdad.


*Nota de compilador: la versión original de la entrevista publicada en el diario Correo, más no la de Vox horrísona, cuenta con un gorro al inicio. Asimismo, se publicó una segunda parte el sábado 14 de junio. Ver: sección blancos sobre negros: documentos de La armonía de H. Vida y poesía de Luis Hernández Camarero.

Rescates I




Vida de Luis Hernández. Lauer, Mirko. En: revista Testimonio, N° 8, epígrafe de sección: Bajo el volcán, Lima, 3 de mayo de 1982, pp. 27 y 74.

La apertura


Si una característica define a la obra más conocida del poeta Luis Hernández Camarero es el movimiento. Sus trazos coloridos no cesan de aparecer, y por qué no, de desaparecer. Dado el volumen y diversidad de materiales que usó para escribir ésta obra durante la década de 1970 –que van desde cuadernos escolares, pasando por pañuelos, collages, paredes, papeles sueltos y etcétera-, toda colección que se considere completa siempre correrá el riesgo de perder dicho título tarde o temprano, debido a que en algún momento puede[n] aparecer un[os] manuscrito[s] que cambie[n] el panorama. Usando ideas que van desde el buen aprendizaje de la poética de Stéphan Mallarmé, pasando por el James Joyce de working progress, las teorías de obra abierta de Umberto Eco y, en fin, varios otros referentes; Hernández supo crear una obra que se retroalimeta por si misma como si de un artefacto autónomo y con vida propia hablaramos, pues las piezas literarias no censan de re-componer una y otra vez Vox horríosna. A la fecha, enero de 2008, se desconoce aún cuál es su exacta dimensión; solo se sabe con seguridad que fue escrita en una multiplicidad de materiales y que no está quieta, tal como lo dejan ver éstas pequeñas muestras [algunas de ellas inéditas].




[Intitulado]: copia de poema escrito en hoja de agenda que data de 1972, sin embargo, no se puede asegurar que esa sea la fecha de creación: Hernández pudo hacerlo después, pues tal como reza una de sus líneas respecto a los poemas «no es verdad que una vez escritos éstos pierdan su vida» y de allí que le encantara abolir el tiempo con este tipo de juegos simbólicos, tal como lo hiciera al usar páginas que refieran temas musicales y con ello lanzara al espacio simbolismos sobre armonía del mundo.


[Intitulados]: copias de trazos del poeta.



[Intitulados]: reverso de los títulos de médico del Doctor Luis Hernández Camarero.


Detalle pared de lo que era el cuarto de Teodora Horna, la ahora ancianada nana de Hernández, en el domicilio familiar en la avenida Seis de Agosto, distrito de Jesús María. Este lugar LH lo llenó de poemas e ilustraciones hechas con plumones, temperas o crayones. A la fecha ya no existe.



Las constelaciones: un premio

El último trimestre de 1965 el poeta Luis Hernández Camarero presentó su tercer poemario -el cual inició en Alemania en un cuaderno verde- a la segunda edición del concurso El Poeta Joven del Perú, organizado por la revista trujillana Cuadernos trimestrales de poesía. Aquí, primero, el comentario de los editores y el acta de premiación, aparecidos al principio y fin del libro, y adonde se registra que Las constelaciones obtuvo el segundo lugar. Luego unos poemas. Otros vea aquí.





GEMINIS

Es extraña nuestra canción. Es demasiado triste y antiguo lo que cantamos. Nuestra canción no nos pertenece. Y si se nos oye en las noches, en las ferias, es porque no somos ajenos al cansancio y la gloria, porque la paz que encontramos alcanzará a cubrir por un día el deseo.

Hemos llamado en ayuda a la fatiga. Hemos subido los muros. Hemos dejado en casa al hermano, al mismo hermano que guarda -quizá sea que volvamos- el gastado cuaderno de sus labios.

Hemos ascendido los mares, uno a uno llegado. Y es que Nave, lo más Sur y vencido, nos guarda. Y tal vez este juego que inventamos, este juego en que ardemos confundidos, ha venido de sus manos a las nuestras.

Y en nuestro corazón, que jamás fue duro, es poniente ahora. Porque pese a que fuimos simples e inalcanzables, hemos sobrevivido al hermano. Lo hemos dejado, ciego y amargo, en sus viajes no emprendidos: sólo trazos de los dedos silenciosos sobre el mapa.


EL BOSQUE DE LOS HUESOS

Mi país no es Grecia,
Y yo (23) no sé si deba admirar
Un pasado glorioso
Que tampoco es pasado.
Mi país es pequeño y no se extiende
Más allá del andar de un cartero en cuatro días,
Y a buen tren.

Quiza sea que ahora yo aborrezca
Lo que oteo en las tardes: mi país
Que es la plaza de toros, los museos,
Jardineros sumisos y las viejas:
Sibilinas amantes de los pobres,
Muy proclives a hablar de cardenales
(Solteros eternos que hay en Roma),
Y jaurías doradas de marocas.
Mi país es letreros de cine: gladiadores,
Las farmacias de turno y tonsurados,
Un vestirse los Sábados de fiesta
Y familias decentes, con un hijo naval.

Abatido entre Lima y La Herradura
(El rincón Hawai a diez kilómetros
De la eterna ciudad de los burdeles),
Un crepúsculo de rouge cobra banderas,
Baptisterios barrocos y carcochas.
Como al paso senil del bienamado, ahora llueve
Una fronda de estiércol y confeti:
Solitarios son los actos del poeta
Como aquellos del amor y de la muerte.


Cuaderno Aristóteles metafísica

Escrito mientras transcurría el segundo tercio de la década de 1970, el cuaderno Aristóteles metafísica forma parte de Vox horrísona: tal como nombrara Luis Hernández Camarero al conjunto total de la obra que trazara a partir de 1973. Hecho en un cuaderno escolar con plumones coloridos, el original de éste poemario permaneció en manos de Teodora Horna, la nana de Hernández y a quien se lo regalara el poeta hacia 1977, hasta el año 2002 aproximadamente: fecha en que -otra vez- le fue pedido en préstamo y no le fue devuelto más. Aquí algunas páginas fotocopiadas de ese original ya ahora inhubicable.



















Charlie Melnik: una dedicatoria



«Por esos días, Hernández se reencontró con muchas otras personas y, como conocía a tantos, en julio aún lo seguía haciendo. El 30 de ese mes se vio con Iván Hofbauer, su vecino y amigo de siempre, en la avenida Seis de Agosto. Al verlo, el poeta le dijo:
—Ya sé hablar alemán sin faltas de ortografía.
—¿Y cómo es eso? —preguntó Iván.
—Perfectamente —contestó Hernández.
Luego fue a su casa, sacó un ejemplar de Charlie Melnik, escribió una dedicatoria, lo entregó y siguió su camino».




De las páginas de La armonía de H, vida y poesía Luis Hernández Camarero.

Rafael Romero Tassara. Jaime Campodónico / Editor. 2008.




Hernández en archivos, los archivos de la armonía



En un artículo aparecido en la revista Hueso Húmero hace ya unos años atrás el crítico literario, poeta y novelista Peter Elmore afirmaba algo que, a pesar del tiempo, vale recordar. Decía:

¿Son los vasos comunicantes entre la poesía y la historia tan inmediatos y fluidos? ¿Para entender las diferencias entre Los heraldos negros y Trilce, por dar ejemplos de un tiempo que no fue el nuestro, de veras importa mucho saber que la República Aristocrática tocaba a su fin y que entre los dos libros media el inicio del oncenio leguiísta? Juzgar la poesía a la luz (o a la sombra) de los procesos sociales que son contemporáneos a ella dice más, a la larga, sobre el lector que sobre lo que lee. [...] Sospecho, de todas formas, que los fenómenos políticos o históricos solo ayudan a entender la poesía en una medida muy modesta. ¿Para comprender Reinos, de Jorge Eduardo Eielson, es más provechoso saber que el poeta leyó a Rilke con fervor o que Bustamante y Rivero estaba a punto de ser electo presidente con el apoyo aprista?; si uno quiere reflexionar sobre Valses y otras falsas confesiones, de Blanca Varela, ¿cuánto le sirve saber que, mientras la poeta escribía, un gobierno militar sui generis tenía el país bajo su control?

*
Nada más cierto, si de investigación de trata, para conocer la obra de un poeta que saber qué leyó mientras creaba tal o cual pieza literaria antes que solo conocer, por ejemplo, cuál era el contexto político de la época. Más aún esta afirmación es bastante apropiada para abordar a alguien como Hernández; quien desde muy joven declaró de múltiples maneras su rechazo ante la politización del accionar poético y artístico, tan en boga en los años sesenta y setenta del siglo XX ya que muchos querían encarnar las figuras del «poeta-guerrillero / el poeta – luchador social» tal como lo hicieron en su momento Javier Heraud en el Perú; o Roque Dalton en El Salvador, por recordar algunos.
En la extensa bibliografía que existe al rededor de Luis Hernández y su obra poco se puede saber sobre qué libros realmente leyó el poeta, pues salvo los casos de Nicolás Yerovi, Mirko Lauer, Luis La Hoz, y en fin personas que sí trataron a LH; los demás acercamientos bibliográficos de éste tipo suelen ser meras suposiciones sin ningún sustento [o finalmente quimeras]. Más si se puede saber ahora, como reveló la investigación realizada para escribir La armonía de H, vida y poesía de Luis Hernández Camarero, que hasta el año 2004 ningún investigador había preguntado puntualmente respecto a los libros qué leyera el poeta a los conocidos, familiares o amigos de Hernández ni tampoco que este grupo de personas hubiera brindado tal información abriendo de par en par las puertas de sus bibliotecas.
Rastrear pues dicha información bibliográfica es una labor importante para quien hubiere deseado y desee conocer la obra Hernández [como que ver la biblioteca de una persona -si la tiene- es ingresar a su pensamiento]; tanto, quizá, como lo puede ser saber qué han escrito otros sobre él por diversos medios. Aquí, primero, una muestra de uno de los libros leídos y usados por el poeta. Luego las copias de un buen artículo del crítico literario Ricardo Gonzáles Vigil; y finalmente un disímil pero útil directorio de sitios en Internet donde se puede hallar alguna información directa o inderecta sobre Luis Hernández Camarero.



Relato ruso. 1. Dostoievski, F. Russiche Libesgschichte. Muchen Wilhelm Goldmann Verlag, Germany 1959. 2. Tolstoi, Leon. Volkserzählungen und lengden. Muchen Wilhelm Goldmann Verlag, Germany, 1960. 3. Turguéniev, Iván First Love. A London Panther, England, 1950 (Traslated: Isaiah Berlin). [Se trata de un volumen en inglés y alemán que leyó Luis Hernández. Contiene tres libros en uno, algunas páginas son ilustradas. De éste volumen provinieron los epígrafes de «Epistolario». El primero dice: «Solter art ist das thema», Dostoievski. El otro, en inglés: «Look at me... why don’t you look at me?», Turgeniev. Ver: p. 315 de la edición 1983 de Vox horrísona].



Presencia de Luis Hernández. Gonzáles Vigil, Ricardo. En: diario El Comercio, suplemento El Dominical, Lima, domingo 6 de noviembre de 1977, p. 17. [Contra el mito urbano de que Hernández dio «un único recital en toda su vida» en la década de 1970 -tal como dice por ejemplo en una antología aparecida en 1995- nada mejor que leer este artículo del reconocido crítico].



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HERNÁNDEZ en la red: directorio web**



AGENDA DE POESÍA - PERÚ
«PERÚ en la FIL de Guadalajara (el punto de vista de una poeta mejicana)».
AGONÍA NET
Luis Hernández
AL FONDO HAY SITIO
[Por: Sandra] «El viaje no emprendido de tus años».
BIODIVERSITU REPORTING AWAR
BIBLIOTECA LUIS ANGER ARANGO
Boletín cultural y bibliográfico 65. «La tragedia tenía sus propias calles».
BLOG DE PEDRO GRANADOS
[Por: Pedro Granados] «La poesía de Luis Hernández: Treinta años después».
CENTRO DE ESTUDIANTES DE LITERATURA (CELIT), UNMSM
«Miércoles 3 OCT, 7 p.m., Facultad de Sociales PUCP, “Homenaje a Luis Hernández”. Ingreso Libre».
CUCHILLOS AFUERA...
«De algunos cuadernos de Luis Hernández».
CLUBDEBRIAN. REVISTA DE LITERATURA Y DE CULTURA ALTERNATIVA
[Por: Pedro Granados]. «Los poetas vivos y más vivos del Perú, y también de otras latitudes».
CINE ENCUENTRO
«Cuatro cintas recomendadas por el poeta Luis Hernández».
DESDE lA CLANDESTINIDAD
EDUCARED PERÚ. ESTUDIANTES. LITERATURA PERUANA
ESCUELA DE MaRTE... DESDE LIMA, PERÚ«Referentes del pop art en el arte peruano».
EL ÚTERO DE MARITA
[Por: Marco Sifuentes] «La jorobita de Luchito».
PORTAL DE POESIA VERSOADOS.
[Por: Jaro Gody]«Los poetas mueren jóvenes».
INSÓNIA
«Poema do século 30».JORNAL DE POESÍA
[Por: Pedro Granados] La poesía de Luis Hernandez veinte años despuesLADO B
«Vendrá la muerte y tendrá tus ojos».
LA FORTALEZA DE LA SOLEDAD
[Por: Gabriel Ruiz Ortega] «Recuento 1978».
LUIS HERNÁNDEZ
1. http://www.rocaxpoetas.galeon.com/vacaciones966503.html
2. http://www.poesia.com/hernandez.htm
LUIS HERNÁNDEZ E ILLARI.ORG
http://www.illari.org/VOX/articulos/illari_vox.htm.
LUIS HERNÁNDEZ CAMARERO [1941-1977]
http://luchohernandez.galeon.com.
LUIS GUILLERMO HERNÁNDEZ CAMARERO
Lima, 1941-Buenos Aires, 1977.
http://members.tripod.com/~poesialat/camarero.html.
LUZ DE LIMBO
1. [Por: Víctor Coral]. «Luis Hernández y una edición misteriosa de su poesía + vendedor novelista – pregunta».
2. [Por: Víctor Coral]. «Radiografía de un timo: Vox horrísona y su tercera, “errorosa”, edición».
LETRALIA. TIERRA DE LAS LETRAS
[Por: Manuel Lasso]. «Luis Hernández Camarero».
LETRAS 5
[Por: Pedro Granados] «Extravío personal de Bruno Mendizábal».
LATIN ART MUSEUM
«Triálogo sobre poesía hispanoamericana: José Mármol, José Luis Vega y Pedro Granados».
MUNDO ALTERNO
[Por: Miguel Ildefonso]. «Ensayo sobre la poesía peruana última».
MUNICIPALIDAD DE JESÚS MARÍA
«Primera Feria del Libro de Jesús María fue un éxito».
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ
1. «Cuadernos de Luis Hernández».
2. «X Coloquio de estudiantes de literatura».
3. [Programa del I Simposio Metropolitano de Estudiantes de Filosofía / La construcción de la identidad en la poesía de Luis Hernández: algunas consideraciones desde la filosofía de Paul Ricoeur].
4. «XII Coloquio de estudiantes de literatura».
POEMAS DEL ALMA
http://www.poemas-del-alma.com/luis-hernandez-camarero.htm.
PUENTE AÉREO
1.[Por: Gustavo Faverón Patriau]. «De quién son estos versos».
2.[Por: Gustavo Faverón Patriau]. «Hernández y Heraud [e Ildefonso]»
REVISTA CULTOPÍA
http://www.cultopia.net/pages/general/z_inte.htm.
REINADECAPITADA
«La avenida del cloro eterno luce descuidada hace 28 años sin Luis Hernández Camarero».
VAGAZINE
[Por: Danilo Riveros]. «Luis Hernández: un poeta indomable».
SÍ / NO CAMBIAR DE TITULO
[Por: Jaime Domenack]. «Luchito, el patita de Jesús María».
TERRA ÍGNEA
[Por: Armando Arteaga]. «Luis Hernández / esplendor en la hierba»
UNIVERSITY OF WASHINGTON
1. «A Rare Glimpse into a Poet's Notebooks».
2. «Getting a rare glimpse into a poet’s notebooks».
VICENTE LUIS MORA. DIARIO DE LECTURAS
«Lista de escritores suicidas».
WIKIPEDIA. LA ENCICLOPEDIA LIBRE
http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Hernández_Camarero.
ZONA DE NOTICIAS
1. [Por: Paolo de Lima]. «Postales del soñador».
2. [Por: Paolo de Lima]. «A treinta años de la muerte de Luis Hernández».

ACTUALIZACIONES POST IMPRESIÓN DE LA ARMONIA DE H

DIARIO CORREO
REVISTA CARETAS
La chicoyita
BETO ORTIZ, WEB OFICIAL
DIARIO LA REPÚBLICA
MOLESKINE LITERARIO

Por [Iván Thays]: Sobre la soñada coherencia

DIARIO EL COMERCIO

ZONA DE NOTICIAS
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EL LAPIZ NEGRO
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BLOG DE PEDRO GRANADOS
“Spasmo-Dolviran”: ¿el último cuaderno de Luis Hernández?

NOTAS VARIAS

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